domingo, 14 de septiembre de 2008

El mantenimiento de los equipos

Como hemos podido ver estos últimos días, cuando aparecen brotes de legionella, como los recientemente registrados en Carcaixent y Alzira, a menudo se implica a las torres de enfriamiento evaporativo en estos sucesos. En esta página hemos hablado de la necesidad de que siempre que se produzca un brote de estas características se investiguen a fondo las circunstancias que lo han provocado, así como de la dificultad real de que se produzca un brote de legionelosis asociado a una torre.

También es cierto que cada vez que se detecta un nuevo caso, se ha alusión al mantenimiento de las torres que, como siempre decimos, está regulado por ley y es a esta norma a laque hay que atenerse evitando así cualquier problema. En cualquier caso, no está de más recordar unas nociones básicas acerca del mantenimiento.

El mantenimiento de los equipos de refrigeración evaporativa es sencillo y siguiendo unas cuantas recomendaciones, su eficacia y seguridad están garantizadas. Resulta de vital importancia mantener el rendimiento de la instalación, tanto desde el punto de vista del proceso como del ambiental con objeto de asegurar un funcionamiento óptimo del proceso de enfriamiento y la utilización mínima de agua y energía, al mismo tiempo que se evitará la contaminación incontrolada de bacterias. Los requisitos para mantener la eficacia de cualquier sistema pasan por el control adecuado de la calidad del agua en recirculación y un programa de mantenimiento que contribuya a las buenas condiciones y limpieza del equipo.

En los equipos de refrigeración evaporativa, el enfriamiento se produce por la evaporación de una pequeña cantidad del agua en recirculación que fluye a través del equipo. Al producirse dicha evaporación, las impurezas presentes en la misma permanecen en el circuito y, salvo que una pequeña cantidad de agua conocida como purga se drene del sistema, la concentración de sólidos disueltos se incrementa rápidamente y provoca la formación de incrustaciones o corrosión. Es decir, como consecuencia de la pérdida de agua en el sistema, tanto por evaporación como por purga, su reposición resulta necesaria.

En lo que concierne a la pérdida de agua por evaporación, ésta depende de la cantidad de calor evacuada y de la humedad relativa del aire entrante, mientras que el caudal de agua de purga se determina a partir de los ciclos de concentración que, a su vez, vienen condicionados por la calidad del agua de aportación y de las especificaciones del diseño de la instalación. Los ciclos se definen como el cociente entre la concentración de sólidos disueltos en el agua de recirculación y la concentración de sólidos disueltos en el agua de aportación y, como regla general, se recomienda que estén entre 2 y 4, ya que por encima de estos niveles el agua ahorrada por utilizar pequeñas purgas se vuelve insignificante y se producen, además, altos riesgos en el funcionamiento, de forma que cualquier pérdida de control conduce al desarrollo de incrustaciones o corrosión en la instalación.

Además de las impurezas presentes en el agua de reposición, cualquier impureza en el aire puede ser transportada al interior de la torre y arrastrada por el agua en recirculación, por lo que es necesario implementar un programa de tratamiento de agua diseñado contra las incrustaciones y la corrosión y un control biológico, así como otro de supervisión que garantice que el anterior está logrando sus objetivos, es decir, manteniendo la calidad del agua dentro de los parámetros establecidos.

En próximos días, nos ocuparemos con detenimiento de las incrustaciones y corrosión habituales en el agua de reposición.

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